Alimentos Ultraprocesados: ¿qué son y por qué evitarlos?
Cada vez escuchamos más hablar de este tipo de alimentos… pero analicemos en detalle qué son y si hay alimentos con cierto grado de procesamiento que podríamos considerar saludables.
Los alimentos procesados son aquellos que han sufrido transformaciones respecto a su estado inicial y según cuanto hayan sido modificados por la industria, se clasifican en 3 grupos:
- Alimentos mínimamente procesados: casi sin cambios, su procesamiento prolonga la vida útil del alimento o mejora su sabor. Ejemplo: frutas congeladas.
- Ingredientes culinarios procesados: sustancias extraídas y purificadas por la industria como las grasas, aceites, sal y azúcares.
- Alimentos procesados y ultraprocesados: se elaboran al agregar grasas, aceites, azúcares, sal y otros ingredientes a los alimentos naturales para hacerlos más duraderos y sabrosos. Los ultraprocesados, básicamente, son formulaciones industriales elaboradas a partir de sustancias derivadas de los alimentos.
¿Cómo están compuestos los ultraprocesados?
Muchos de los ingredientes utilizados en este grupo son aditivos: aglutinantes, colorantes, edulcorantes, emulsificantes, espesantes, espumantes, estabilizadores, aromatizantes, saborizantes, conservantes y solventes. Es frecuente que se le agreguen micronutrientes para fortificarlos. Se comercializan en presentaciones atractivas, diseñadas para estimular el consumo mediante publicidad engañosa.
Ejemplos: snacks dulces o salados, helados, chocolates y caramelos, productos panificados, galletitas, cereales endulzados para desayuno, bebidas gaseosas o energizantes, bebidas azucaradas a base de leche, bocadillos de pollo congelados, etc.
¿Cómo afectan nuestra salud?
Los ultraprocesados son nutricionalmente desequilibrados y su consumo en exceso está relacionado con sobrepeso, obesidad e inflamación intestinal, ya que afectan la microbiota. Son excesivos en azúcares libres, grasa total, grasas saturadas y sodio, y carentes de proteína, fibra alimentaria, minerales y vitaminas.
Y como dato no menor, la combinación de texturas e ingredientes responsables del sabor placentero altera los mecanismos homeostáticos de hambre y saciedad.
Dentro de los aditivos que afectan nuestro intestino, encontramos: edulcorantes artificiales (Aspartamo, Sacarina, Sucralosa, Acesulfame de Potasio), emulsionante artificiales (CMC, P80, Carragenina K, Monolaurato de Glicerol), colorantes alimenticios y otros (Plata, Dióxido de Silicona, Óxido de Hierro, Óxido de Zinc).
Por eso, la consigna es: menos envases y más alimentos reales.
Y si compramos un envasado, tomemos unos minutos para leer los ingredientes, revisar que no tenga más de 5 y que podamos reconocer lo que allí está listado.